Un viaje de leyenda al Pirineo
y las Tierras de Lleida

Alrededor del fuego, la voz ronca de un viejo pastor rememora cautivadoras leyendas. Las escuchó de su abuelo y este del suyo y así, una y otra vez, mucho tiempo atrás. Su relato llega como el eco de un gigante desde la modernista plaza de la Paz hasta los graneros, que albergan ganado y madera de pino rojo y encinas en las siete aldeas de la Vall Ferrera. Este es un viaje a esa noche que ilumina. Y un retorno a aquellas leyendas.

Cobijadas en un entorno natural tan inhóspito como hechizante. Esculpidas por un clima adverso y filoso. Las leyendas cuentan –con palabras rebosantes de magia– otra historia –o quizás la misma– de las comarcas de Lleida, sus gentes y sus orígenes. Iltirta para los íberos ilergetes. Ilerda para los romanos. Larida para los musulmanes Leyda en el Medievo. Lleida, hoy. Hay un viaje a la noche repleto de leyendas, de mitos y recuerdos. Antes que llegue la “aigualada”, esos remotos relatos trasladan al viajero a la esencia del territorio leridano. Una tierra…Mítica y gigante.

Míticas diminutas “mujeres encantadas” que obsequiaban ropas y expulsaban el infortunio de la miseria. Y diminutas criaturas –enérgicas, diligentes y afanosas– expertas en mover de un lado a otro las piedras de una montaña. Son los minairons. Animales totémicos con forma de dragón. El marraco. Y gigantes. Muchos gigantes. Uno de ellos un temido y hercúleo campesino que aterrorizó a los soldados romanos. El “gegant” de Mandrónius… Y más, muchas más…