Relato 9

Mujeres fantásticas

Les encantades

Hay una mujer al principio de todas las grandes cosas.

Alphonse de Lamartine, escritor y poeta

Vivían escondidas. Habitaban cuevas, cavernas y grutas. Dicen que era mujeres pequeñas. De pequeña estatura, pero de poderes inmensos. La noche de San Juan era una efeméride muy especial para ellas. Esa noche salían de sus escondites. Abandonaban sus hogares recónditos. Y lo hacían (¿lo hacen?) para lavar la ropa. No eran temidas. Eran respetadas. También, admiradas. Se les vinculaba con la suerte y con la fortuna. Agazapadas hacían sus coladas en fuentes, arroyos, tinas, lavaderos y pilas. Y aquel que consiguiera un ajuar lavado por ellas tendría una recompensa de gran valor: el hambre y la miseria nunca entrarían en su hogar.

«Vivían escondidas. Habitaban cuevas, cavernas y grutas. Dicen que era mujeres pequeñas. De pequeña estatura, pero de poderes inmensos».

Situadas siempre cerca de los cursos de agua eran sinónimo de un poder mágico que sanaba y que protegía. Su leyenda se extiende por toda la cordillera pirenaica. Lo explica con precisión el escritor Pep Coll: encantades (en el territorio catalán), moras (en la región aragonesa), encantàries (en la zona de Ribagorza), fous (en la actual Cerdaña), janes (en el valle de Capdella), hades o blanquetes (en el Pirineo gascón) y laminak (en todo el Pirineo de Navarra).

El alcance de la leyenda de estas mujeres superó el territorio pirenaico. La leyenda transporta al viajero al monasterio de Sant Pere de Rodes, en la provincia de Girona. Allí una especie de sirenas o mujeres de agua, cansadas y aburridas de seducir a marineros, comerciantes y aventureros, decidieron cambiar el oleaje marino por la tierra firme. Trasladaron su hogar a la sierra de Rodes. Allí se dedicaron a cautivar, persuadir y seducir a los feligreses con sus hechizos y con sus encantamientos. Pero hay más… Cuentan que una tarde dos muchachos se atrevieron a quitar el velo que cubría el rostro de una de esas sirenas. Lo hicieron movidos por una creencia popular: dicha acción aseguraba fortuna y abundancia. Pero no fue así. La “encantada”, enfurecida por la osadía de los dos muchachos, los fulminó con la mirada. Los jóvenes se transformaron en dos rocas que, desde entonces, decoran el Cap de Norfeu. Las llaman “els fadrins encantats”.

Quadern de bitàcola

Dones de llegenda

El viatger revisa la seva bitàcola. Pensa en les llegendes que l’ha oferit aquest viatge. Són relats de deus, de focs, de guerrers, de reis, de monstres i d’éssers fantàstics. Però n’hi ha molt poques dones. I aleshores es pregunta: per què? I decideix actuar. Es promet i es compromet a explicar alló vist i alló viscut tot conferint la dona un paper protagònic, un rol transformador, un paper insubstituïble.

Escrit en el poble de Cabó, en un lloc remot de la Serra de Cabó, tot pensant en la paraula dona; recordant la paraula “mare”.