Relato 10

Gigantes pétreos de dos cabezas

Montañas mágicas

La montaña es mi poesía.

Guido Rey, alpinista y escritor

En Catalunya hay tres montañas emblemáticas con forma de U: el Pedraforca, els Encantats y la Forcanada. Son gigantes de piedra que se erigen entre territorios, provincias y fronteras. En el Vall d’Aran, la Forcanada emerge rodeada de unas fronteras que la naturaleza no entiende. Sus dos cumbres, el Pico Norte (con 2.881 m.) y el Pico Sur (2.872 m.) dibujan a lo lejos una postal hipnótica. Conocido también como “Malh des Pois está”, este macizo pétreo se sitúa las alturas de dos valles y colinda con el territorio aragonés. Allí, el lago del oro. Dice la leyenda que en sus profundidades existió una mina de oro que solo se podía vislumbrar en las noches. Muchos caminantes se sintieron atraídos por este coloso de roca que domina el paisaje. Los visitantes se remontan a los tiempos más antiguos y llegan a nuestros días. Uno de ellos, Alfred Tonnellé, después de coronarla el 1 de agosto de 1858, le dedicó estas palabras:

Forcanada, mi bella novia,
¿por qué brillas tú
tan serena y tan resplandeciente
en la luz de la mañana,
y coronas con un puro y azulado 
vapor ligero tu frente amable y severa? 
Pareces más bella que nunca. 
¿Te has reconciliado con tu raptor 
y sonríes cuando le miras?

«Las leyendas rodean este macizo rocoso formado hacen más de 25 millones de años. Son leyendas de brujas y aquelarres».

El paisaje no sabe de muros imaginarios. Uelhs deth Joeu (nombre en aranés) es un enclave hechizante de donde emana una cascada, cuya agua procede de las cimas del monte Aneto en la provincia de Huesca. A su vez, desde la falda de este pico, el más elevado de todos los Pirineos con 3.404 metros, las aguas del glaciar se cuelan por un lugar que se llama Forao o Forat d’Aigualluts. La corriente gélida y cristalina reaparece luego, en el Valle de Arán, atravesando montañas por túneles y grutas subterráneas. Agua, viento y roca trascienden las fronteras, propician los encuentros y apuestan por la fusión. El viajero piensa en ello y cree descubrir un mensaje de gran valor. No muy lejos, en las cercanías del lugar, está el Saut deth Pish (nombre en aranés), la cascada más grande del Valle de Arán cuyas aguas proceden de cursos subterráneos cársticos desde el territorio francés. Bendita fusión, exquisita confusión, piensa el caminante. Las montañas y sus países convertidos en fronteras naturales, pero a la vez en punto de encuentro.

Las montañas bicéfalas viven envueltas en un halo mágico. Junto a la Forcanada, otro pico catalán genera esta pulsión entre épica, enigmática y legendaria. Esta ve también su fisonomía ha impulsado su leyenda. Y le ha dado nombre: “pedra” (piedra) y “forca” (horca). La particular forma de “U” del Pedraforca la ha convertido en una montaña emblemática popular y mágica. En las alturas tres cimas: el Pollegó Superior (2.506 m.), el Calderer (2.505 m.) y el Pollegó Inferior (2.445 m.) Desde Gósol, municipio de la comarca del Berguedà, perteneciente a la provincia de Lleida, muchos caminantes se aproximan a los pies del gigante. En la sierra del Cadí, en el Parque Natural del Cadí-Moixeró, en una zona limítrofe entre los territorios barcelonés y leridano, emerge este coloso de piedra declarado paraje natural de interés nacional en 1982 por el Parlament de Catalunya.

Las leyendas rodean este macizo rocoso formado hace más de 25 millones de años. Son leyendas de brujas y aquelarres. La hendidura entre los picos era el lugar elegido para las reuniones de estas hechiceras y magas. Solían realizarse la noche del 23 de junio con motivo de la festividad de San Juan. Algunas llegaban a lomos de sus escobas voladoras. Otras lo hacían a pie desde Gòsol. Y cuentan que en las alturas se encontraron restos de hogueras, calderos quemados, extraños ungüentos y todo tipo de hierbas, colmillos, pieles, piedras y raíces. Aseguraban que era posible otear en lo alto de la montaña las briznas de sus hogueras, los gritos de sus conjuros y el rumor lejano de sus canciones.

Pero hay más historias y más leyendas. Una nos habla de un castillo. El dueño de la fortaleza, sin conocerse el motivo, pasó de ser un señor bondadoso y ecuánime a convertirse en un tirano cruel y desalmado. Angustiados por sus reprimendas, los lugareños decidieron actuar. Pidieron ayuda a una octogenaria anciana que vivía en una choza en lo más profundo del bosque del Gresolet. La mujer les escucho con atención. Y con detenimiento les explicó qué podían hacer… Tenían que pedir ayuda a los seres alados que habitan el cielo. La mujer aseguraba que solo los ángeles podrían ayudarles. Los vecinos siguieron sus instrucciones. Rogaron a los querubines y se escondieron esa misma noche en sus casas. Bloquearon sus puertas. Tapiaron sus ventanas. Y esperaron. Escucharon gritos y alaridos. Siguieron cobijados en sus hogares. Mientras tanto, allí fuera, en las alturas, un ejército de ángeles se enfrentaba al señor del castillo… ¡que era el mismísimo demonio! Se sucedieron los golpes. Se escuchó el impacto de rocas y bloques de piedra. El combate duró tres días y tres noches. El castillo había sido destruido. Y la montaña amaneció para siempre partida en dos.

Cuaderno de bitácora

El viaje

El viaje ha terminado. Quedan muchas historias y muchas leyendas. Sentado en las alturas de los picos del Pirineo de Lleida, todo parece pequeños: los poblados, los campos, las carreteras… Y también los problemas.

Escrito desde el Coll de Toro, un lugar mágico e insólito  entre Lleida y Aragón saboreando un paisaje que merece ser contado.